HISTORIA DE VINÇON

Vinçon era una empresa dedicada a la venta de productos de diseño contemporáneo para el hogar.

Una empresa de importación y venta al mayor de porcelana checoslovaca fue el origen de la firma Vinçon en 1934 y fundada por el alemán Hugo Vinçon y su cuñado Enrique Levi. 

Se instaló inicialmente en la calle Rosellón de Barcelona pero al poco tiempo alquilaron un gran espacio en el Paseo de Gracia. Utilizó el nombre Regalos Hugo Vinçon para abrir una tienda de objetos de cristal y porcelana, también incorporó un espacio para exposición de pinturas y un extenso almacén para almacenar las mercancías necesarias.

La vinculación de los Amat con el negocio se produce solo un año más tarde: en 1935 cuando se incorpora como vendedor Jacinto Amat, y en los años 50 lo hacen sus hijos, Juan y Fernando.

En 1957 la empresa es adquirida por la familia Amat, sentando las bases de lo que con el tiempo se convertiría en uno de los establecimientos más singulares y representativos de Barcelona.

Después de algunos intentos fallidos para renovar la imagen de la tienda, los Amat se plantean en 1967 una cuestión cuya resolución marca un punto de inflexión en el negocio y el inicio de una nueva etapa comercial. La pregunta que se formulan es: «¿Qué pasaría si apostáramos por presentar una oferta alternativa de la que el público demanda?». Deciden asumir riesgos y bucear por la incipiente industria de objetos para la casa de diseño contemporáneo. A partir de este momento, las innovaciones se suceden en todos los órdenes.

A medida que la superficie de ventas se fue ampliando, se crearon toda suerte de escenografías para exhibir las últimas novedades o distinguir secciones nuevas, como la dedicada en 1976 a los productos orientales, que tomó el nombre de VinChong; los escaparates transgredían el ámbito puramente mercantil para transformarse en poemas visuales.

Pero junto a esta forma diferenciada de presentar producto, venderlo y envolverlo, subyace algo también importante: un criterio muy personal a la hora de seleccionar, de entre la ingente oferta existente en todos los mercados del mundo, el producto que posteriormente llegaría a la tienda. Esa mirada crítica hacia lo que podría formar parte de su entorno doméstico era la de Fernando Amat, quien solía decir que sólo compraba aquello que le gustaría tener en su casa, sin pensar estrictamente en lo comercial.

El otro factor relevante que contribuyó al éxito de Vinçon fue la gestión empresarial, a cargo de Juan Amat. Una superficie comercial de casi 3000 metros cuadrados, que contaba con más de 40.000 referencias, requería un control exhaustivo para que el balance económico fuera positivo. Si este aserto es obvio en cualquier negocio, adquiere toda su dimensión en una empresa que se declara voluntariamente inmersa en un proceso permanente de autocrítica para no dejar que los malos hábitos se implanten en la organización.

Con la lección bien aprendida y varios años de práctica en el negocio, la tercera generación familiar se incorporó plenamente en la estructura directiva de la empresa. Así, Sergio Amat es el responsable de la tienda de Madrid y colabora con su tío Fernando en la orientación comercial y selección de productos, mientras que Juan Enrique Amat está a cargo de la gestión financiera y logística.

Un gran rigor profesional a la hora de seleccionar los productos, buscando más el buen diseño que la novedad en sí misma; una mirada curiosa hacia todas las manifestaciones artísticas para aplicar su lenguaje en la exposición de la oferta; un trato abierto y distendido con los clientes, y una gestión empresarial ágil y eficaz, son algunos de los hechos diferenciales que conforman la filosofía de Vinçon.

Pero no es una fórmula. Fernando Amat contaba que cuando alguna persona de fuera de Barcelona le visitaba porque quería instalar una tienda de características similares y le pregunta cuál era la clave del éxito, él siempre le resumía sus criterios apuntados, a los que añadía una buena dosis de ironía y una cierta voluntad de asumir riesgos, aún a sabiendas de que no fuesen a dar frutos de inmediato, “pero no hacían caso, se dedicaban a apostar por lo que era menos importante, el producto, y no iban al fondo; no se daban cuenta de que lo esencial no es tanto lo que vendes sino la manera que tienes de hacerlo, aunque algunas veces eso signifique vender menos”.

Para entender lo que quiere decir Fernando Amat con “ir al fondo”, nada mejor que remitirse al lema que definía la actividad del negocio: “Extenso surtido de objetos de todas clases en general”. Este enunciado, más propio de una bazar de regalos que de una tienda de culto, fue uno de los muchos guiños desmitificadores que esta empresa solía permitirse con el fin de que nadie percibiera su establecimiento como un elitista santuario del diseño, sino como un espacio amable, “fácil de usar” -como a ellos les gustaba decir-, donde era posible comprar desde una linterna hasta un dormitorio, vislumbrar nuevas tendencias o contemplar la dignidad con la que iban envejeciendo las piezas bien concebidas, como el caso del cenicero Copenhagen, un diseño de André Ricard de 1965 que, al igual que otros clásicos del diseño contemporáneo, cumplieron sus bodas de plata instalados en la oferta comercial de Vinçon.

En 2015 cesó la actividad comercial de Vinçon.

Algunos premios recibidos

Vinçon fue recibiendo importantes premios a lo largo de los años.

Por el conocimiento de su actividad se les concedió en 1994 el premio Frankfurter Zwilling por considerar a Vinçon, junto con Modus en Berlín, las dos tiendas más interesantes, a nivel internacional, en el sector de la distribución.

Asimismo, en la convocatoria de los premios European Community Desing Prize 1992 fue la única seleccionada en representación de un punto de venta o una sala de exposiciones sobre el tema de diseño.

Cabe destacar en 1983 el trofeo Laus precisamente por la buena labor gráfica continuada, el premio a la mejor tienda de Barcelona en 1999, y especialmente el Premio Nacional de Diseño que le fue concedido en 1995.